Parece que los antiguos griegos apreciaban las verduras. Las servían durante los simposios homéricos y muchos escritores, entre ellos Ateneo, alababan no sólo su valor culinario sino también sus propiedades para curar enfermedades comunes. Muchas verduras especialmente apreciadas, como el apio, la cebolla, la col o las alcachofas eran conocidas en la antigüedad.
Aristóteles, educador de Alejandro Magno, inculcó en su estudiante el interés por todos los aspectos de la naturaleza. Le animaba a traer plantas y semillas de sus expediciones a lejanas tierras. Mil años después los árabes trajeron el quingombó y las berenjenas a Grecia. Recordamos que los tomates y las patatas llegaron a Europa por primera vez después del descubrimiento del Nuevo Mundo.
Si vais a cocinas de tabernas veréis grandes cazuelas de aluminio puestas en los fogones a fuego lento. Quitad la tapa y saboread el aroma del vapor de las verduras que se cuecen en el aceite y la salsa de tomate.