Junto con la playa de Elafonisi, la isla de Gramvousa y la laguna de Balos constituyen las dos joyas de Creta por sus aguas turquesas y la arena fina y roja de la playa, los abruptos acantilados de la isla, testigos de su larga historia, completan el paisaje de uno de los lugares más fotografiados de Creta.
Situada en el noroeste de Creta, en la región de Chaniá encontramos la isla de Gramvousa. Hoy en día es un habitat natural muy importante ya que da refugio a más de 100 especies de aves y 400 de plantas y es una parada para las aves migratorias que cruzan el mediterráneo oriental.
En la isla encontramos el castillo-fortaleza veneciano del siglo XV (1579-1584), construido para controlar la zona entre la Creta occidental y el Peloponeso.
Tuvo una azarosa e interesante historia, como el resto de Creta, ya que fue conquistado en 1692 por los turcos, reforzado con cañones y utilizado para dominar la zona. Posteriormente fue tomado por revolucionarios cretenses en 1825. Se convirtió en refugio de unos 3.000 cretenses que debido a las duras condiciones de la vida en la isla se vieron abocados a la piratería, atacando indiscriminadamente cuanto barco pasaba.