Los griegos son un pueblo supersticioso, eso no se puede negar.
Se puede comprobar en costumbres e incluso en el idioma. No en vano las expresiones «Por suerte» (Ευτυχώς – eftijós) y «por desgracia» (Δυστυχώς – distijós) aparecen en cualquier conversación. Así como achacar al destino los avatares que se nos presenten y concluir con un desesperante y terminante «Qué le vamos a hacer, qué podemos hacer» ( Τι να κάνουμε?-ti na kánume?) . La suerte está echada, nada podemos hacer excepto someternos a sus caprichos.